Lunes, 19 de octubre de 2020.
Coñacito musical: Weber, El cazador furtivo, Staatskapelle Dresden, Carlos Kleiber. Esta obra, poco popular en España, marca el nacimiento de la ópera romántica alemana, dejando atrás influencias italianas y francesas, e inicia el camino que acabaría en Wagner, quien por cierto dijo de Carl Maria von Weber, autor de la cosa, que nunca había existido un músico más alemán que él. Esto, viniendo de un tipo con un ego tan grande y un germanismo tan acusado como don Richard, no es moco de pavo. Weber, por cierto, era primo de Costanza, la mujer de Mozart, y como el propio Mozart fue llevado por su padre cuando era un crío de feria en feria como niño prodigio, aunque por supuesto con menos éxito que el salzburgués. También, como Mozart, tuvo una vida breve. Esta es la histórica versión que grabara el enormérrimo Carlos Keliber, el genio a cuyo lado un perro verde sería tan normal como el bostezo de un espectador de La 2. Kleiber fue elegido en una votación de la BBC como el mejor director de orquesta de la historia (o sea, una cosa tan absurda y arbitraria como el Balón de Oro histórico, pero que mola un huevo), y el New York Times tituló su necrológica (la de Kleiber, no la del NYT) de esta guisa: “Kleiber, el músico que no existió”. Pues vale.
Afeitado:
Pre: Aceite Racogon n. 8
Brocha: VieLong Silvertip FA 18
Jabón: Stirling Island Man
Navaja: Thiers Issard Le Thiernois
Loción: Floid MV
Bálsamo: Deliplus Aloe Vera
Esta brocha monta un mocho suave, suave, como lavado con Perlán, y grande, grande, como el vicio que hay en este foro. Pero a mí, qué le vamos a hacer, me gustan con más nervio, con su puntito de consistencia, con ese toque picante que da vida a la salsa. Tras años usando este jabón, gracias a la formidable recopilación de @Trankos , he aprendido que huele como el Creed Virgin Island Water, o para ser más precisos, he aprendido que el Creed Virgin Island Water, de cuya existencia no tenía la menor noticia, huele como el Island Man, que tendrá menos pedigree que ese carísimo perfume de nombre tan pomposo, pero que es más como de la familia. Hombre, a mí el aroma del jabón no me disgusta, pero tampoco me entusiasma, y no sé quién pagará la fortuna que cuestan los Creed para oler a coco. No sé, supongo que habrá que ser un diletante del mundo de los aromas, y no un cateto en materia perfumeril, para entender ciertas cosas.
Cuídense, caballeros.
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