Tras llevar muchos años dormida en el cajón de un barbero y a pesar de haber pasado la uña en busca de posibles defectos en el filo, es posible que aunque inapreciable a simple vista pueda tener “micro-mellas” en el bisel.
La navaja ya cortaba los pelos del brazo con una facilidad pasmosa, saltaban con apenas tocarlos, pero claro, el que corte muy bien no tiene por que significar que vaya suave en la piel, por tanto conviene siempre reavivar el filo con un suave pulido.
Comienzo haciendo un poco de barrillo en una coticula belga azul para despojar al filo de cualquier posible “micro-mella” imperceptible a la vista y a la prueba de pasar la uña.
Tras ello, sin apretar lo mas mínimo y siempre con el filo hacia adelante hago un pulido fino total del bisel con una coticula belga amarilla, primeramente con un poco de barrillo para ir aclarándolo paulatinamente añadiendo unas gotas de agua en cada pasada hasta quedar el agua prácticamente transparente.
Llegados a este punto, para muchos sería suficiente pues la cotícula belga amarilla es una piedra que bien trabajada y jugando con el barrillo consigues finalizar cualquier filo dejándolo como un espejo, pero ya que dispongo de una Naniwa 12000 aprovecho para hacer un barrillo ligero y pasear el filo ya finalizado en la piedra anterior con objeto que conseguir aun mas brillo en el bisel, cosa complicada, por cierto…
Puesto que he paseado el filo por la piedra japonesa no voy a utilizar pastas de ningún tipo y en un asentador con un buen cuero limpio y nuevo, tras calentarlo dándole unas pasadas rápidas con la mano, le doy a la navaja alrededor de 100 pasadas muy, pero que muy suaves, pues poco mas necesita para poder echársela a la cara.
Tras ello la desinfecto con Desprosol, la seco perfectamente en un paño de los que se utilizan para limpiar las gafas, le aplico vaselina liquida a todo el acero y nuevamente la pongo a dormir en su caja con la confianza de que el filo no se deteriorará en varios años.