Hace unos dias un compañero hablaba de las bondades del aceite de almendras dulces, utilizado como aceite de pre afeitado. Otro, comentaba también que él usa aceite de girasol mezclado con un poco de aceite de oliva, para conseguir resultados muy parecidos, sin necesidad de gastar dinero.
Recordé que yo en el armario siempre tengo un botecito de aceite de caléndula de elaboración propia. Llevo usándolo unos dias con unos resultados óptimos. Y os animo a que lo hagáis y lo probéis.
La caléndula (calendula officinalis) es una planta muy fácil de conseguir durante prácticamente todo el año, según regiones y climas, lógicamente.
Pero es ahora, en primavera, cuando más sencillo resulta tenerla.
Las propiedades de esta planta, utilizada desde hace más de 3.000 años, son innumerables: cicatrizante, antiinflamatoria, fungicida, creadora de colágeno, antioxidante…Podéis verlo en cualquiera de los miles de páginas web que hablan sobre ella.
Preparar el aceite es facilisimo. Basta coger un tarro de cristal cualquiera (obviamente limpio), rellenarlo de flores de calendula sin tallo, apretándolas suavemente dentro para que quepan cuantas más, mejor. Después rellenaremos el resto del tarro con aceite de girasol (sí, de ese que todos tenemos en casa) y lo guardaremos en un armario durante al menos 3 meses, dándole la vuelta de vez en cuando. Pasado este tiempo se filtra y ya se puede usar. Si lo tienes más, no pasa nada.
Si el aroma del aceite no te resulta del todo agradable en la cara, se le pueden añadir unas gotas del aceite esencial aromático que prefieras (naranja, romero, etc).
Más sencillo, más completo, más eficaz y más barato, imposible.
Además es un aceite que viene bien tener por casa para múltiples afecciones cutáneas simples. O para dar un buen masaje, por ejemplo.
A mi, desde luego, me ha gustado mucho y por eso lo comparto. Y si consideras que tu piel es de las denominadas “sensibles” pues estas, casi, obligado a usarlo.