Afeitado clásico y perfumes en la literatura

Abro este hilo para citar referencias que encontremos al afeitado clásico y la perfumería en nuestras lecturas. Algo así como un “afeitados (y perfumados) famosos” en letra impresa.

Inauguro la tertulia con Off-side, de Gonzalo Torrente Ballester:

A don Fernando Anglada lo afeita Roque. Don Fernando lee el periódico, y Roque, acomodado a la postura del banquero, le estira la piel y pasa la navaja. Cuando, al terminar, le da masaje con un líquido fuertemente haugrolizado, don Fernando resopla. Se limpia después las humedades de la cara y se levanta. Está en mangas de camisa, pero ya lleva puestos los pantalones grises.

Afeitado a navaja, estirando bien la piel, y rematado con Floïd “haugrolizado”. Lástima que nos quedemos sin saber qué navaja y qué jabón se usaron.

Esto me ayuda a replantear una cuestión importante que he intentado expresar torpemente en alguna ocasión en el foro. Después de aplicarse Floïd MV, irremediablemente, se resopla. Ahí está la clave, en el resople. Yo no pongo en duda que los italianos hayan hecho un gran producto y, por lo que he leído y puedo imaginar, más fino que el nuestro. Pero lo que me interesa saber, y hasta ahora no había sido capaz de expresarlo con la claridad y la concisión de don Gonzalo es: cuando uno se aplica el nuevo Floïd the genuine, ¿se resopla o no se resopla?

Que varíe un poco el olor no me importa tanto y ya me he hecho a la idea, lo que me da auténtico pavor y me tiene en ascuas sin decidirme a probar el nuevo es, ahora por fin lo sé, que los italianos nos hayan privado para siempre del placer de resoplar.

Ahora que soy capaz de expresarlo de forma correcta, agradezco a los foreros que ya lo han probado que opinen al respecto.

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Yo me lo aplico de forma gradual, chorro más pequeño a la toma de contacto, y después chorretón con mayor cantidad. Si vas de mano con mucha generosidad, resoplas, si resoplas…
Era más fogoso en versiones precedentes, pero es muy bueno!

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Y hay que darse unos cachetes en los carrillos,como parte del ritual :wink::+1:

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Le puedes echar unos cristales de mentol

Recuerdo que alguien dijo algo de unas friegas como si fuera alcohol de romero, pero no me hagas mucho caso

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Me quedo mucho más tranquilo.

Eso es imprescindible, desde luego.

No soy de tunear, pero si veo que se queda corto, igual le meto mano. También tengo curiosidad de probarlo en el Aqua Velva, que hay mucha gente que lo hace.

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Continúo con varias referencias a perfumes que he encontrado en algunos de los cuentos de Lucia Berlin recopilados en Manual para mujeres de la limpieza. (Traducciones de Eugenia Vázquez Nacarino)

Comienzo por el cuento Y llegó el sábado:

–La profesora es blanca, mayor. De la edad de mi abuela, pero enrollada. Lleva botas Ferragamo. El primer día que vino se había puesto perfume Coco. No se podía creer que yo lo reconociera. Ahora va alternando. Los reconozco todos. Opium, Ysatis, Joy. Solo fallé con Fleurs de Rocaille.
Sonó como si lo pronunciara a la perfección. Karate y yo nos partimos de la risa con Willie y sus Fleurs de Rocaille.
De hecho, algo que se oye mucho en la cárcel es la risa.

Todos sus cuentos son autobiográficos, aunque se va cambiando de nombre, siempre es ella y las historias se basan en vivencias personales. Aquí se inspira en la época en la que trabajó dando clases de escritura creativa a reclusos en una cárcel. Por lo que dicen, los detalles con los que compone los personajes que se basan en ella y su círculo cercano son bastante fieles a la realidad; así que a partir de este cuento podemos interpretar que la buena de Lucia era aficionada a los perfumes, tenía varios y los rotaba, era de los nuestros. Si ya me estaba cayendo bien, con esto me terminó de ganar.

El objetivo narrativo de este dato no es dejar constancia de su afición a los perfumes (que también), aunque sea lo que a nosotros nos interesa. Este dato ayuda a trabajar la idea de que allí dentro te vas encontrar con gente que, a alguien ajeno a este mundo, le va a sorprender en muchos sentidos.

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Todo dicho…

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Vamos con la segunda cita de la Berlin, del cuento titulado Espera un momento:

Las noches son interminables porque te despiertas al menor carraspeo o gemido, y luego te quedas en vela escuchándola respirar con tanta suavidad, como una criatura. Las tardes junto a la cabecera de la cama mides el tiempo por el ángulo de la luz del sol, ahora en la Virgen de Guadalupe, ahora en el desnudo al carboncillo, el espejo, el joyero tallado, el destello en el frasco de Fracas. El vendedor de camote silba abajo en la calle, y entonces ayudas a tu hermana a ir a la sala a ver el noticiero de Ciudad de México, y luego el informativo de Estados Unidos con Peter Jennings. Los gatos se acurrucan en su regazo. Lleva oxígeno, pero aun así el pelo de los animales hace que le cueste respirar.

Las palabras en cursiva están en español en el original. La autora pasó su adolescencia en Chile, fue profesora de lengua española en Estados Unidos y tradujo a nuestra lengua obras escritas en inglés.

Varios cuentos de la recopilación, entre ellos este, narran la enfermedad que acabó con la vida de la hermana de Lucia, durante la cual la escritora abandonó su vida en Estados Unidos y se instaló con ella en México para acompañarla.

El frasco de perfume como uno de los objetos que definen la cotidianidad de estas dos mujeres. Nos dice el perfume concreto, eso aporta varias cosas a la narración: primera, para ella es importante, no es un objeto más, no es “el frasco de perfume”, es “el frasco de Fracas”; segunda, y más importante, nos da información sobre los gustos y la personalidad de esas mujeres, que se funden en una sola (tercera) porque no sabemos de cuál de las dos es el perfume. Ese objeto, cuya pertenencia es ambigua para el lector (el resto damos por hecho que son de la hermana, la dueña de la casa, pero el Fracas bien pudo traerlo Lucia de USA y, en cualquier caso, es muy plausible que lo compartan), ayuda a materializar esa angustia compartida que flota en el cuento, la comunión entre las dos hermanas. Atravesado por un rayo de sol, además. Que sabemos que eso es fatal para el perfume, pero queda la mar de bonito y marca el paso inexorable del tiempo, tarde tras tarde, hay unos instantes en los que el sol se refleja en el frasco de Fracas (cuarta).

Lo que me pregunto es si dejar el Fracas expuesto al sol sin importar que lo dañe es un refuerzo narrativo del estado en el que están sumidas, algo que nos dice “qué más nos da ya esa minucia”; o si la autora no reparó en esto, para ellas era natural dejar así el perfume y solo nos dio la imagen por su belleza estética y por lo que ese objeto -y no otro- nos cuenta de ellas. En otro caso, me inclinaría más por lo segundo, pero viendo lo aficionada que era Berlin a los perfumes (en la cita anterior vimos que tenía una colección y los rotaba), me entran serias dudas sobre si esa botella encierra un quinto significado.

Antes de leer este cuento desconocía la existencia de un perfume llamado Fracas. Después de leer el cuento (y el volumen entero, con la curiosidad y empatía que me ha despertado por la autora) y buscar su reseña en la Guía de nuestro compañero @Pedro_Gil me muero de ganas de olerlo.

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Enorme y exhaustiva obra, descubierta hace poco. Fundamental para un lego como yo para empezar a adentrarse en este mundo de la perfumería.

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Una maravilla. Aparte de lo completa, lo bien escrita que está y lo que se disfruta y se aprende leyéndola.

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Me he acordado de este hilo. Estoy leyendo Las fuerza contrarias, de Lorenzo Silva (de la serie Bevilacqua y Chamorro), y me he encontrado con este párrafo:

“Cinco minutos después estábamos en el coche, en diez más lo dejé en doble fila con ella dentro delante de mi domicilio y antes de las ocho menos cuarto bajé aseado y con ropa limpia y las mejillas libres de la barba crecida durante el día anterior, aunque no apuradas a mi gusto. Comparto la estupidez de Sísifo en muchos aspectos de la vida, pero quizá el más notable, por repetido, sea ese prurito de dejar suave una piel que sé que raspará en cuestión de pocas horas.”

Aclaro, para los que no lo sepan, que Bevilacqua es picoleto. El que suscribe, criado con uno, conoce de sobra eso de dejarse la cara a espejo, si no, no es afeitado. Así que comparte la observación del Civil, que por añadidura le ha traído buenos recuerdos del que le enseñó a afeitarse y del que, como digo en otro hilo, todavía conserva la brocha.

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Me alegra que te hayas acordado del hilo, gran aportación. Muy buena definición de la obsesión con el apurado.

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Es curioso cómo un hilo lleva a otro. Hace unos días puse ése mismo texto en el hilo de las lecturas

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