Sábado, 24 de octubre de 2020.
Coñacito musical: Berlioz, La maldición de Fausto, Chicago Symphony Orchestra, Solti. Hector Berlioz o el epítome del romanticismo. Dicen que ya de niño experimentaba violentas efusiones emocionales leyendo a Virgilio; no sabemos cómo le salían esos experimentos, pero desde luego podemos afirmar que ya son ganas de experimentar (y de pasarse la infancia leyendo a Virgilio, todo hay que decirlo). Ya más crecidito, y tras las calabazas que le dio una actriz inglesa, se arrejuntó con una joven. Pero la madre de la joven, en el mejor estilo mamá de Tamara, se llevó a su hija y la casó con un fabricante de pianos, sin duda pensando que fabricar pianos es una dedicación mucho más decente que la de fabricar sinfonías, porque los pianos se pueden tocar y las sinfonías, no (bueno, en realidad sí, pero ya me entienden a mí y a la buena mujer). El caso es que Berlioz se subió a un caballo en Roma, donde a la sazón vivía, y se dispuso a cabalgar hasta París para matar a la ex, a la mamá y también al de los pianos, por gafotas robanovias. Tras dos mil kilómetros a caballo, en Niza, desistió de la idea, dejó de cabalgar y se dio media vuelta. O sea, una cosa muy Forrest Gump. Esta obra está basada en el Fausto de Goethe, que impresionó mucho a Berlioz (sorpresa, sorpresa). Fracasó en su estreno, y cuando lo llevó a Hungría le añadió una marcha húngara y trasladó parte de la acción a Hungría, a ver si así tenía más éxito. Con un par. Bueno, pues funcionó.
Afeitado:
Pre: Aceite Racogon n. 8
Brocha: VieLong Silvertip FA 18
Jabón: B&M Beaudelaire
Navaja: Wade & Butcher wedge
Loción: Floid MV
Bálsamo: Deliplus Aloe Vera
Estreno de esta navaja ancianita comprada en el zoco, que luce una cuña recta como los maestros de cuando entonces. En la primera pasada a favor he pensado que no estaba afeitando. Sigilosa, silenciosa como una tumba, no se oía ni el fru-fru de la falda (las ancianitas no visten pantalones) ni el murmullo de vieja chismosa secreteando cotilleos. Me he dicho “nah, las cuñas no son para mí” (o sea, como la noche para Olé-olé). Pero, oh sorpresa, cuando me he retirado los restos de espuma, mi augusto careto estaba tan suave que podía haber prescindido de la contra si esto no me gustara más que a un adolescente la zambomba. Impresionante el filo con el que me la ha enviado @jokermadrid. Glorioso debut de esta navaja, que produce unas sensaciones totalmente distintas a las de hoja vaciada, y que pasa inmediatamente a lugar prominente en mi modesta colección.
Otro día, si eso, más y todavía peor. Cuídense, caballeros.
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