Antiguamente en la navegación de altura era fundamental poder determinar la longitud con la mayor exactitud posible para no desviarse mucho del rumbo.
Para ello se ayudaban de sextantes y cronómetros navales que no eran otra cosa que relojes de calidad contrastada embutidos en cajas de madera con cardans.
Los marinos además solían llevar cronómetros navales de respeto por si fallaba el del buque e igualmente eran relojes de calidad contrastada pero en este caso de bolsillo.
Este que os muestro más arriba no funciona y tiene la esfera en muy mal estado, pero a saber las millas náuticas que tiene…
Cada décima de segundo de error suponía desviarse del rumbo unos 46 metros de ahí la importancia de su exactitud.