Carcamales

Seguramente Fernando, lo recordarás por el programa de humor que presentaba en Antena 3, “Genio y Figura”, en el que salía “chiquito de la calzada”, Paz Padilla y otros tantos mas…

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Pues igual, o del un dos tres donde creo que alguna vez participó.

Chiquito y paz padilla no eran de mis humoristas preferidos, la verdad.
Pensándolo bien no era yo mucho de programas de humor de esos que se estilaron a fines de los 90 o inicios del 2000.

Típ y Col, Gila, los inicios de martes y trece, eran mis humoristas de preferidos. Incluso Eugenio.

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Efectivamente.

Buenos tiempos, sí señor.

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Pero dejadme
Que yo prefiera…

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“Sí le”

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Esto es historia de la tele.

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¡Qué recuerdos!

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Por esas cosas yo siempre he odiado el deporte y la gimnasia.

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Más de uno se pegó buenos porrazos con los dichosos cajones…
Y lo saltabas o lo saltabas, interior a caballo voltereta salida pídola, había muchas formas de salto…
:joy:

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Jamás, y cuando digo jamás es jamás, salté un cacharro de esos. Y si alguna vez tuve la tentación de hacerlo, se me quitó radicalmente cuando un compañero se quedó corto y se pegó en todos los cataplines con el cacharro.
Ni éste ni otro largo que acababa como en punta. Quita, quita. Éste:

Tampoco, salvo en la playa en el agua, jamás he hecho el pino.

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Ese es el potro y el otro de los cajones que ha puesto Fermín es el plinto.

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Más bien es el caballo, el potro es más corto…

Éste me dió quebraderos de cabeza en modo salto interior, hasta que me salió, algún morrazo en la colchoneta me dí.
:joy:

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Instrumentos de tortura modernos

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Es verdad, estaba el potro y el caballo también, no me acordaba

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En mi colegio era el potro y el potro grande. Me tocó poco pero recuerdo que con 11-13 años que tendría, imponían un montón.

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Aquí era: el potro, el cortito, como dice Fermín, el de los saltos interiores. El plinto, el de los cajones. Se usaba (los que lo hacían), para dar volteretas encima. Y el caballo, el del pico, ideal para quedarse eunuco para siempre.
Nunca salté ninguno, aparatos del diablo. Bueno, es que yo en eso de la gimnasia era bastante malo :joy:
Lloraba al profesor en junio y me aprobaba. Aunque el mes de noviembre pasado me llevé una sorpresa: dicho profesor sigue vivo, el pobre se acordaba de mí (lo debí traumatizar, jajaj) y… vive a un par de calles de mí. Ahora quedamos de vez en cuando para tomar un café. El tío se conserva muy bien (pasa de los 80) pero, lo más gracioso, es que a mí me dio por el ejercicio, así que ahora estoy mejor que con 15 años. Y el cabroncete se recochinea diciéndome que algo debió hacer bien :rofl::rofl::rofl:

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Estoy buscando el nombre de un juguete que se soplaba y emitia un sonido como de una radial (más o menos)
Era un juguete de plástico con forma cónica que al soplarlo fuertemente daba vueltas una especie de cilindro con bolitas en su interior.

Aunque se vendía en las paraetas, creo recordar que también lo tiraban en las cabalgatas.

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Me suena eso que dices, pero no se su nombre ni acabo de visualizarlo del todo…

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Según la mayoría de los analistas de hoy en día, nuestros padres desde que nacimos han estado intentando matarnos.
Por lo visto hemos llegado a adultos por los pelos, ya que teniendo en cuenta que el gluten es malo, la lactosa es mala, los cereales y el pan blanco son veneno, el azúcar es lo mismo que el cianuro, la fructosa de los zumos te revienta por dentro y que las grasas son como resina para sellar las arterias, nosotros no deberíamos estar vivos.
Mirando hacia atrás, veo a mis padres.
Ahora veo su plan magistral para eliminarme.
Aquellos filetes con patatas fritas y el aceitillo de la sartén por encima eran por algo. Luego, al ver que me levantaba vivo por la mañana, lo volvían a intentar con un buen Colacao con una torre de galletas María unidas por una capa de mantequilla o margarina.
Como aquella fórmula no funcionaba, reforzaban con una merienda a base de ¡Pan blanco, con chocolate, chorizo foie gras!. (Entonces no había paté). A veces lo intentaban con más ahínco regando una rebanada de pan con vino y añadiéndole nada menos que azúcar blanco.
¿Se puede ser más asesino?
Los fines de semana entraban los extras y ya iban con todo: en el desayuno unos buenos sobaos pasiegos o unos churros, y, como tenían más tiempo para cocinar, me metían para comer una fabada con su choricillo, su capa de grasilla flotante y más pan para “mojar”.
De postre, para terminar con algo dulce, un arrocito con leche no podía faltar y si era verano el Miko Lápiz reglamentario.
En la cena podía caer un pollo asado con salsita para poder bañarse y de postre natillas.
Claramente eran unos psicópatas sin sentimientos.
Hicieron todo lo que pudieron, pero al final aguanté.
Lo más sorprendente, es que con esa alimentación, sin traumas ni alimentos prohibidos llegué a medir 1,83m.
¿A ver si el problema va a ser la actividad, la cantidad, la frecuencia, la variedad y el estilo de vida, entendidos míos?
Yo desde luego no me voy a subir al tren de alimentarme sólo de lechugas criadas en libertad y recogidas bajo la luna menguante del quinto ciclo de Júpiter en rotación con Saturno.
Nota: Lo de las abuelas ya ni os cuento. Aquello eran auténticas casas de tortura. Nunca habías comido suficiente.

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Y no era suficiente. Después de envenenarte, te echaban a la calle solito con tu bicicleta, con la orden de no volver hasta la cena.
En mi caso no tenia más remedio que pedalear por la N-IV hasta el río, para cazar culebras con mis amigos.

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