Hace unos meses leí una historia que me hizo reflexionar y quisiera compartirla con vosotros.
Los laboratorios cosméticos L.M. de Paris fabricaban la crema hidratante femenina más cara del mundo. 50 ml de este mágico producto costaban algo así como 1.200 euros. Lógicamente era sólo usada por artistas famosas, ricachonas de postín, banqueras, etc. El frasco que lo contenía no le iba a la zaga. Un precioso cisne hecho de metacrilato.
Por cuestiones laborales despidieron a uno de sus altos directivos. Este, en venganza, convocó a la prensa especializada y contó los pormenores de tan simpar producto. La crema la compraban hecha a otro laboratorio. El coste del mejunje era de unos 2 euros por dosis y estaba principalmente formulado de sebo de vaca. El frasco en cambio costaba unos 25 euros por unidad.
Los laboratorios demandaron por revelación de secretos a este buen señor y fué condenado por ello.
He omitido algunos detalles, a propósito, para aligerar la lectura.
Es lo que tiene el marketing.
Yo he trabajado en sector textil y puedo asegurar (y aseguro) que el coste final de una camiseta fabricada íntegramente en España no llega a los dos Euros.
Un chandal andaba, hace unos 15 años, por 700 pelas. Unos cuatro Euros.
Un pantalón de antelina por 600pts y la chaqueta a juego 1.200pts. En las tiendas, en aquel momento, se vendían a mas de 50.000pts el conjunto.
Un cliente nuestro de Valencia, fabricaba chandals. El que fabricaba para una marca prestigiosa (y cara) era el mismo que fabricaba para el mercadillo. Solo cambiaba la marca.
Jejeje, esos chandals de mercadillo son lo más plus.
Cuando era camarero de verano para comprarme la moto un cliente contaba: Inventa un combinado raro, ponle un nombre chocante y cobra 10 veces más de lo que cueste, triunfarás.
A ese marketing lo llamo sistema italiano. Cosas mías, supongo.
Con los pantalones vaqueros pasa lo mismo. Si tienes suerte y alguno de los varios modelos de Primark te quedan bien, puedes comprar 6 o 7 por el precio de otros de marca, y está demostrado que el tejido es el mismo.
Yo a esto le llamo marketing italiano… multiplica por tres el precio y tendrás un producto de lujo…
No es una crítica a las empresas italianas ni mucho menos… es una crítica para mi… que a veces confundo valor con precio…
Una ventaja de cumplir años… es que te vas dando cuenta de estas cosas…
No es algo ajeno a nuestra naturaleza. Está la expresión máxima de p.e. un médico que atiende a un hipocondríaco, le receta un medicamento de efecto placebo, hasta que la próxima vez que vaya con otra “historia”. Así saben si es un problema real o psicológico. El sufrimiento se puede curar, el dolor no o al menos fácilmente. Lo mismo ocurre con las necesidades que directamente o indirectamente nos provocan consumir.
El necio cree que el mejor vino es el mas caro.
Nose donde lo lei o si es un refran, ni idea, se me quedo.
Creo que viene bastante al caso, p.e. las marcas blancas dd muchos productod alimenticios que son hechas por marcas de “primer nivel” digamos.
Yo conocia a un camarero que en su restaurante pegaba el “timo” con los vinos, sirviendo el mas barato como el mas caro (era una bodega) y segun me decia todo el mundo le decia que exquisito cuando el de la mesa de al lado pedia el mismo por 4 veces menos.
Es el problema con este tipo de productos, donde la calidad de los resultados solo la puedes evaluar con un mínimo de garantías mediante un experimento serio e independiente en laboratorio.
Si compro deportes de marca “buena” y me duran lo mismo que los del mercadillo lo tendré en cuenta para la próxima vez, pero temas de cremas, alimentos, etc. aparte de aspectos subjetivos como el sabor o el olor, son muy difíciles de evaluar por el consumidor.
Me ha parecido interesante este debate y me gustaría aportar algo.
Hay una teoría en marketing que es el “Valor percibido”. Básicamente, explica lo que vosotros llamáis marketing a la italiana, esto es, que subconscientemente percibimos de mayor calidad aquello por lo que hemos pagado más dinero.
Si haces negocios con chinos, estos no pueden comprender que no sea así. Te pueden fabricar el producto que quieras casi al precio que quieras, pero la diferencia estará en la calidad. Producto más barato, calidad más baja.
Por desgracia, nosotros (occidente) no hacemos eso como fabricantes, pero paradójicamente lo esperamos como clientes.
Generalmente asociamos un valor caro a mejor calidad.
Y para muestra un botón. Recientemente una empresa Americana de zapatos montó una campaña de marketing fantástica. Creo un nombre italiano muy llamativo: Palessi (qué luego fue un juego de palabras Pay Less), montó un showroom en un centro comercial de lujo, lo adornó de esculturas italianas y un ambiente muy bling, invitó a los influencers más reconocidos de moda en USA… y les dió gato por liebre!! Estos “expertos” en moda, pagaron 200, 400 y hasta 600$ por unos pares de zapatos que se venden por 29,90$. Hablaban de su calidad, materiales, diseño para justificar el dinero pagado por ellos.
Cuando se descubrió el pastel, les devolvieron el dinero, pero no pudieron recuperar su cara de tontos…
El tema “italiano” siempre lo digo refieriendome a marcas italianas de automoción. Sin embargo es aplicable a todo. Dicen que un policía local del pueblo más pequeño de Italia lleva más medallas en su traje de bonito que un capitán general de los tres ejércitos
El prestigio inmerecido de un Alfa Romeo de los de antes no tenía sentido. Ahora ni idea. Daban problemas todos, mi padre tuvo un 33 de i.e. de los primeras y entre otras, le daba problemas de desgaste prematuro de ruedas, el problema venía de un eje doblado de serie… como esas, mil historias.
La prueba en primera persona era cuando probaba motos. Lo hacía por amor al arte y lo publicaba en un blog, por lo que decía mis verdades sin rendir pleitesía… llegaron a negarme el saludo en Yamaha Alicante
Cuando probaba una Ducati de media cilindrada estaba loco por devolverla. Me dolía la cabeza del atronador ruido retumbando bajo mi casco, no la metía en curva ni a la de tres, era incómoda, radical y difícil de conducir, y el motor metía unas vibraciones y una falta de confort que machacaba el cuerpo. Recuerdo que la vuelta la hacía por autovía para evitar mi usual trazado de curvas.
Sin embargo los tifossi ducateros aman esos defectos y los hacen virtudes, las distinguen de las demás, y se envuelven con ese halo de exclusividad que solo saben dar los italianos a las cosas. Desde luego son mis ídolos del marketing.
Si ahora nos ponemos a hablar del precio de los cuadros modernos, eso sí que es ya la bomba.
Si bien, tengo una Pizzi que ocupa el Top 3 de mi colección, y espero que la CONJUNTA PIZZI se haga por fin realidad. Cuanta ilusión tendré que ya tengo configurada mi próxima Pizzi, por supuesto en K 720.
exao, los italianos, aun los que hagan menos marketing, siempre se ven rodeados de un estilismo que no tienen los productos de otras regiones. Una ducati tendra todos esos defectos que coments yq wue los ms moteros conoceis bien, pero es eso, es una Ducati, y rezuma estilo italiano…
Ese coche era un maquinón, y costaba una pasta gansa. Yo tuve el anterior, el de motor Boxer con dos carburadores de doble cuerpo de 1.500cc y no veas como andaba, aunque también gastaba gasolina el cabroncete. Jamás tuve un problema con él…
Pero es que con esto, pasa lo mismo que con cualquier cosa a la que le tengas afición.
Mi primer coche fue un Mini Cooper 1300, allá por 1974. Era más caro que cualquier turismo familiar de la época, 124, R12, 1200…
Era un puñetero problema. La boya del carburador se salía de sitio, llevaba el radiador detrás de la rueda delanter izquierda y en atascos en ciudad o si le dabas fuerte, a la mínima, se calentaba más de la cuenta. Siguiendo un Rally tuve que cargar el radiador, a falta de otra cosa, con agua de un abrevadero de ganado . Acabé gripando el motor.
El depósito era más grande que el resto de lo Minis y prácticamente no tenía maletero.
Pero… era una gozada conducirlo, era una preciosidad y muy, muy divertido y lo había comprado por eso, porque eso era lo que quería.
Lo vendí cuando tuve familia. Me costo un disgusto venderlo y hoy es el día que pienso que si me lo hubiese quedado y cuidado, haría un maravilloso clásico.
Era un coche carismático, potente para la época, ágil y con grandes éxitos deportivos y lo bien que lo pasabas con el, compensaba todo lo demás.
Un 124 no me hubiese dado ninguno de esos problemas, pero es un tema de sensaciones, como hacemos con las navajas, jabones y demás.