He pegado al camarero. Volumen 10

@Flanagan te apreciamos no nos dejes,primer avisu :point_up:

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The Cazurro is ready, se habia quedado dormido en el baño de un chigre.

:point_down:

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Mucha rubia… :stuck_out_tongue_closed_eyes:

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@Xavieiro sí que entiende de carne. Como siempre tiene las manos en el sebo…
Heroe!

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Paseuco orballando, de vuelta al nido me pimplo cafetin en Panaderia Luna, al ladu Metro Llefiá.

Salut!!!

:rooster:

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Pequeña Historia de los Antiguos

Cuenta la leyenda que cuando caía la noche, el enorme Faro de Alejandría iluminaba todo el mar conocido desde Egipto hasta las Columnas de Hércules y que incluso en las brumas más espesas o durante las más violentas tormentas, los navegantes podían siempre guiarse y encontrar buen puerto gracias al poderoso halo de de luz de esta maravilla arquitectónica. Según crónicas muy antiguas aunque haciendo la noche día hasta muy pasada Creta, a partir de la isla de Sicilia y siguiendo hacia el oeste, su luz iba menguando paulatinamente en fuerza hasta hacerse muy tenue allá por donde la cabeza del gigante dormido anunciaba la proximidad del fin del mundo conocido.

Naturalmente, hoy en día cuesta creer que un solo faro de antorcha pudiera iluminar un mar de dos millones y medio de kilómetros cuadrados de superficie desde Alejandría a Antequera, sin embargo, muchos escritos encontrados en Egipto y datados del periodo de la dominación griega, aseguran con firmeza este dato. También afirman estos escritos que durante el día y mediante un sofisticado sistema de espejos colocados estratégicamente a lo largo de los puertos de la parte más oriental del mar conocido, el Gran Faro multiplicaba su poder ofreciendo su luz en forma de destello al servicio de todas las naves errantes que así lo precisaran.

La construcción del Faro de Alejandría se inició durante el mandato de Ptolomeo I. El faro, construido por el famoso arquitecto Sóstrato de Cnido, era una imponente mole de más de cien metros de altura siendo en ese momento la torre más alta jamás construida y símbolo del poder de Ptolomeo I. Sin embargo, Sótrato no terminó el faro hasta ya muerto Ptolomeo I y entrado en el poder su sucesor Ptolomeo II.

El bueno de Sótrato estaba totalmente convencido de que en el instante que su faro dejase de iluminar el agua del mar, se habría llegado al fin del mundo y que cualquier embarcación que navegase en plena oscuridad, aunque solo fuera cien metros más hacia el oeste, caería al abismo de los demonios que habitaban el centro de la Tierra. Ptolomeo II, rey pragmático amante del arte y de las ciencias puso en duda esta teoría y mandó organizar una expedición de tres naves reuniendo a los más valientes e intrépidos exploradores de su reino para demostrarle al viejo arquitecto que su afirmación acerca del faro era ridícula e imposible. Al mando de esta expedición quedó Arístides de Salónica, un experimentado lobo de mar y uno de los capitanes de la gran flota del faraón. Su misión, navegar más allá del cobijo del haz de luz del faro y descubrir nuevos mundos.

Cargaron pues las naves con víveres y todo tipo de bienes valiosos para mercadear y canjear por nuevos alimentos y partieron rumbo al fin del mundo. La flota de Arístides, pudo navegar rápidamente y lejos de la costa sin contratiempos guiada siempre por los destellos de los espejos de día y por el potente haz de luz del Gran Faro durante la noche. Hizo escala en Lerapetra en la isla de Creta y siguió su camino hasta la lejana isla de Malta. A partir de aquí, Arístedes notó que los puertos con espejos quedaban ya atrás en la lejanía y ya no podía servirse durante el día de sus destellos, sin embargo durante la noche todavía podía ver perfectamente iluminado el camino. Para sus adentros pensaba: “Esto es increíble. Qué mente tan brillante la del viejo Sótrato!. Tenía razón!. El faro sigue iluminando el camino y llevamos semanas navegando!”

Pasaron la isla de Cerdeña y llegando ya a las Islas Baleares las noches eran cada vez más y más oscuras. El haz de luz del gran faro iba perdiendo en fuerza noche tras noche y la tripulación empezó a angustiarse. Pasaron los días y siguieron navegando. Por el día bordeando la costa y por la noche aprovechando la poca luz que llegaba de Alejandría. Poco a poco el mar se iba estrechando y las costas a babor y estribor estaban cada vez más cerca de las naves. Se acercaban a las enormes Columnas de Hércules en lo que hoy conocemos como Estrecho Gibraltar. Un paso de quince kilómetros que hacía de frontera entre lo conocido y lo desconocido. Llegaron a media noche con el último suspiro del gran Faro de Alejandría y a oscuras, echaron anclas.

Arístides, a pesar de los meses de tediosa navegación y el miedo de sus hombres, decidido a cumplir su misión levantó anclas y pasó el estrecho a primera hora de la mañana y donde las demás embarcaciones bordeaban la costas sur africana o norte ibérica, él siguió recto con su expedición a la busca de un nuevo pedazo de tierra nunca antes descubierto para ofrecérselo a su dueño y señor Ptolomeo II.

Pero algo extraño e inquietante sucedió. Era un soleado y tranquilo día de verano, pero tan pronto como a babor y estribor la costa dejó de ser visible, un viento helado del norte empezó a soplar de la nada con una fuerza inaudita. El mar se picó de tal manera que las tres naves empezaron zarandearse como barcos de juguete. Los hombres no daban abasto a achicar el agua cuando repentinamente, sin aviso previo, el día se convirtió en noche cerrada en cuestión de segundos. Los hombres, a ciegas sin su faro protector, encendieron las antorchas justo en el momento en el que un enorme remolino se formaba delante de los frágiles barcos.

Aterrorizados, los hombres no daban crédito a sus ojos. De las profundidades, del abismo, de las entrañas de la Tierra, emergió ante ellos un enorme coloso de piedra incandescente y ojos de fuego. Era tres, cuatro o quizás cinco veces más alto que el faro de Sótrato y eso que solo había emergido hasta la cintura. El coloso se erigió delante de la primera nave y lanzó sus enormes brazos contra el agua emitiendo un horrible bramido escupiendo por la boca estas palabras mezcladas con ira y fuego: “Ah!, Arístides, siervo de Ptolomeo, mortal!, cómo osas desafiar a la Madre Naturaleza profanando lo desconocido?.” Arístides, aterrado como lo estaban todos, se lanzó al timón lateral y tiró de este con todas sus fuerzas para cambiar el rumbo de la nave y no ser engullido por el remolino. Tuvo suerte logrando esquivarlo, sin embargo, el coloso soltó un tremendo segundo puñetazo contra el mar que desintegró en el acto a las otras dos naves, matando a todos sus ocupantes. El capitán, tomando como referencia los ojos de fuego del coloso en su popa, ordenó a sus atemorizados hombres que remaran como nunca lo habían hecho en dirección contraria de vuelta a casa. Uno de sus hombres gritó unos segundos más tarde…”Mirad, mi señor! El coloso de fuego se está sumergiendo de nuevo en las aguas!”.

Cuesta de creer, pero quizás Sótrato no estuviese del todo equivocado…

Con la ciencia moderna… Ya es mas dificil de creer…

Desmitifico el tema con un ejemplo práctico: durante la guerra de Malvinas los pilotos argentinos sólo pudieron evitar ser derribados a mar abierto ciñéndose a la superficie (volando a 1000 kph 5 metros por encima del agua). La razón era que su única arma de ocultación era… la curvatura terrestre.

En telecomunicaciones se conoce como ‘lóbulo radar’ el cono de detección que generan los aparatos de los barcos. Inicialmente salen rasantes desde la nave, pero la curvatura de la tierra hace que progresivamente vayan alcanzando altura, de modo que todo lo que se oculte ‘debajo’ no emite señal de respuesta al rastreo. Para no hacerlo largo os resumo: el lóbulo radar era evitable volando bajo hasta una distancia de aproximadamente 20 kilómetros de la nave que lo emitía. Es decir: un avión podía esconderse del radar de un barco hasta que se encontraba a 20 km del citado. A 300 metros por segundo de avance, esos 20 km se recorrían en aproximadamente 1 minuto. Era el tiempo de que disponían las fragatas inglesas para intentar fijar los objetivos y lanzar los misiles antes de que los Dagger y/o Skyhawk estuvieran encima.

O sea: a 20 km o más de distancia en pleno mar abierto cualquier objeto de 10/15 metros de altitud no se puede detectar visualmente. Así que ni espejos, ni repetidores ni superhéroes de comic. La luz del faro de Alejandría a 30/40 km no se percibiría. Mucho menos a 300 o a 3000. Pero como mito es bonito. :innocent:

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Ojo !! , que con lo que orballea podrías hacer un ejercicito de terracota !!!

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Se nota que este finde hay Formula 1, no paran de pasar helicopteros.

Con las motos pasa igual.

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Así ye. Tenía el auto particular en la calle esta noche y acabo de tomarlo para una rula y está cubierto de barro. Le pasaré el ticket del lavadero al Parlament, jjj, a fraudulento no me gana nadie.

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Aquí te pillo aquí te mato, mañana igual no puedo jjj

Salud,Salut, Saúde collacious !!!

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:aw_yeah: :metal: :metal:

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:clap::clap::clap::clap::clap::clap:

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@guaje como va el viernes? No das parte o que?

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O es que estás en las carreras?

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Hice el Euromillones 195 euros de bote hay

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El viaje de Madrid le ha sentado mal… :melting_face:

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No creo, home. Ya ha tenido tiempo de descansar. @guaje que ruta hiciste hoy?

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@Hosay18 experto en rubias. Que es lo que ye esto?

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