Lecturas y más lecturas

Empezaré el tercero ahora en vacaciones. A mi parecer, una trilogía muy recomendable

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Pues lo voy a buscar.
Llevo un verano muy flojo con la lectura, no me apetece leer ninguno de los que tengo por ahí, pero,si tú lo recomiendas, me fío.

@ppl1317192329 , el “lejía” de la foto no serás tu…

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Si puedes, la traducción inglesa es bastante buena y proporciona contexto que a un occidental se le pasaría por alto.

No sé cómo será la traducción española.

Absolutamente no. El de la foto tiene pinta de haberse alistado cuando la República y de participar como extra en “La Bandera”, con ganas de collejear a Jean Gabin. Al presentar una barba realmente frondosa, me pareció una imagen adecuada para un foro de afeitado.

Además, me declararon inútil total para el servicio militar.

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No sé a cuál te refieres, yo hablo del que ha comentado Javi @Stuka , que es de Fermina Cañaveras, nacida en Ciudad Real, por lo que veo. Que no digo yo que no haya una traducción al inglés, pero me extrañaría.
Con todo, gracias por la recomendación, ratifica si es correcta y te refieres a ese libro.

Hombre, es que como también andas por el hilo de carcamales :rofl::rofl::rofl:

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Error mío, no me dí cuenta del mensaje al que contestabas.

Mis disculpas.

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Nada, al contrario.
Agradecerte una información que podía ser buena.

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A mi es que la temática me gusta. Es otro punto de vista de ver los campos de concentración.

Yo en verano sino fuera por la piscina, no leía nada. Yo soy más de leer en el sofá con la estufa. En verano se me quitan las ganas de estar con un libro, salvo cuando voy a la piscina, que en realidad me pego más tiempo mirando féminas que leyendo :rofl: :rofl:

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Más info sobre el cabo barbado:

Este tío merece una novela.

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Pues sí que se alistó cuando la República, sí.

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Hola
Casualidad yo también terminé la trilogía la semana pasada, merece la pena leerla, yo creo que he sentido lo mismo que sentía un lector de Julio Verne hace 150 años con alguna de sus novelas por ejemplo 20000 leguas.
Saludos

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Elogio de las manos, del extremeño Jesús Carrasco me ha gustado mucho, el disfrute de las cosas sencillas, la temporalidad, etc. te hace darte más cuenta por medio de una casa medio en ruinas de lo efímera que es la vida, aún sabiendo el fin, se disfruta del presente, no se explicarme mejor, pero me ha cautivado su manera de escribir.

Claus y Lucas, es de esos libros raros que están muy reconocidos, son algo complicados porque exigen atención, no son de esos de sólo pasar el rato, hay historias cuando empiezas a leer como la de “cara de liebre” con el perro al principio que te descolocan, necesidad, abusos, búsquedas, encuentros y desencuentros… eso sí, engancha hasta el final, no es de los que más me han gustado, pero tampoco de los que menos.

Como siempre, tras un libro “raro” leo uno más sencillo para “dexintoxicarme” y acabo de empezar con “Mosturito” ya os contaré que tal …

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Es una temática que de cuando en cuando me gusta leer alguno, te retuercen las tripas cuando lees pasajes complicados.

Aunque algunos sean ficción otros están basados en hechos reales y son hechos que aunque dolorosos, creo que todos deberíamos conocer…

Tendré en cuenta tu recomendación.

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Pos ya lo terminé, literatura quinqui con aire ochentero de barrio chungo, truñaco predecible, que jartera mi sielo del hijoputa, el mostu, el zurdo, la tata, la bombi y toa su puta estampa, tol rato así, que jartera…

:stuck_out_tongue_winking_eye::stuck_out_tongue_winking_eye::stuck_out_tongue_winking_eye:

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Este fragmento de un libro corto y monumentalmente divertido me ha hecho pensar en este foro. Ni agua caliente, ni after…

Yendo al grano: el cabo sale de la tienda ataviado con sus flamantes calzoncillos reglamentarios™ del Ejército, verde oliva y de algodón, quizá la peor opción para la montaña; calcetos reglamentarios™ cubriendo sus pies, calzado con las chancletas, como imaginarás, también reglamentarias. En marzo. En el Pirineo.
Coge un puñado de nieve. Lo utiliza como esponja, siguiendo las líneas de su cuerpo para lavarse en una estupenda (a la par que suicida) ducha de nieve. No deja ningún rincón. Ninguno. Solo con mirarlo sentía escalofríos recorrer mi espalda.
Cuando acaba, sin inmutarse, recoge neceser, botas de montaña y cacillo, todo perfectamente reglamentario™, para dirigirse con calma heladora hacia el aljibe al otro lado del campamento.
Como imaginarás, estimado lector, lo seguí de lejos.
El paraca llega, se sienta en una piedra, deja las botas a un lado. Del neceser saca una cajita de madera. Un excelente juego de afeitado compuesto de navaja de barbero, brocha, afilador y espuma. Solo el perfecto bigote reglamentario™ se salva de acabar cubierto de blanco.
Otro pequeño inciso, mi lector: en montaña, los veteranos tienen permitida una enorme barbaza, muy útil para enfrentar los elementos, mientras los demás deben afeitarse. ¡Salvo en maniobras! Nadie espera el cumplimiento a rajatabla de las normas de policía cuando estás en la nieve. Nadie salvo… un paraca. Los paracaidistas solo tienen permitido dejarse bigote. E incluso este está reservado para unos pocos, aquellos con suficiente antigüedad, saltos nocturnos y permiso expreso de su oficial. Salvo este, el resto de su rostro debe ser sometido a un afeitado a nivel subatómico. Una pulga debe resbalar precipitándose al vacío en su rasurado perfecto.
Y ahí estaba el hombre. Cumpliendo con su credo, aunque estuviese solo, aunque nadie fuese a reclamarle ni recriminar nada. Lo haría su orgullo, supongo. Su honor de paracaidista. A oscuras, con un frío capaz de causarle hipotermia al Ojáncano, el paraca se afeitó con precisión milimétrica, con gestos precisos, secos, confiados. Profesionales. Una oración silenciosa al dogma de fe de la BRIPAC.

Torres Alonso, Víctor. Pistolo: vida y miserias de un mal soldado (UNIVERSO DE LETRAS) (p. 41). Universo de Letras. Edición de Kindle.

No descarto que el caballero en cuestión esté registrado en este foro.

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Doy fe.

En maniobras, nadie esperaba que te afeitases a diario, pero al bajar del camión tenias que lucir un CDB reglamentario. Ahí he llegado a afeitarme en seco usando como espejo mi reflejo en un charco, o incluso abrillantando las botas hasta el delirio y usándola como espejo (spoiler: es jodido, pero se puede, sobre todo si tu sargento mide metro ochenta de hombro a hombro y tiene el talento necesario para motivarte sin hablar).

El fragmento siguiente trata del cabo aplicando betún, abrillantando y enlustrando sus botas de montaña, precisamente.

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