Todos nos hemos preguntado alguna vez para qué sirven. Pues aquí la respuesta
El bolsillo del reloj, que así se llama, hunde sus raíces en el siglo XIX, cuando los cowboys usaban relojes de cadena y solían guardarlos en su cintura. Con la generalización de los relojes de pulsera y los dispositivos electrónicos, ha pasado a albergar otro tipo de objetos, como monedas, billetes de transporte público o preservativos.
Otros elementos que llevan en nuestros vaqueros toda la vida pero que están ahí por una razón son los ribetes (usados en el siglo XIX en los establos pero muy resistentes para fijar los extremos de las diferentes partes que forman el pantalón), la costura especial en la entrepierna (concienzudamente diseñada) y el color amarillo del hilo sobre los bolsillos en los pantalones azules (probablemente, escogido para que pegase con los ribetes).
Los relojes de pulsera no se popularizaron hasta entrado el siglo XX. Empezaron a usarlos las mujeres, como una joya más, pero los hombres eran reticentes a ponérselos por considerarlos poco varoniles. Si vemos fotografías de señores bien trajeados de finales del XIX y principios del XX, siempre llevan el reloj en el chaleco del traje, sujeto por una cadena que solía ser de oro entre burgueses y aristócratas.
Fue durante la I Guerra Mundial cuando los soldados vieron la utilidad de consultar la hora sin tener que soltar el arma o el artefacto que estuvieran manejando, simplemente moviendo el brazo. Además, se dice que fueron los pilotos de la incipente aviación los que necesitaban el reloj para hacer determinados cálculos ligados al pilotaje, y no podían soltar una mano de los mandos para sacarlo del bolsillo, así que se los sujetaban a la parte interior de la muñeca, o incluso en el muslo, arriba de la rodilla, para consultarlo.
En los años 60 y 70, cuando entre la juventud no era corriente tener coche, algunos chulitos se ponían el reloj en la parte interior de la muñeca (los conductores se los ponían así), para dar a entender que tenían coche, a ver si ligaban más. Por mi experiencia, se ligaba igual (de poco), pero molaba.
El cual es para guardar en ese bolsillo, colgando del pasador del cinturón que queda justo encima.
Recuerdo que intenté usarlo con jeans de otra marca y no se podía porque el pasador no quedaba encima del bolsillo. Supongo que esta marca no sabía del propósito del mismo.
La vinculación de King C. Gillette con la I Guerra Mundial es que cuando en 1917 los EE.UU. entraron en la contienda, consiguió que el Gobierno incluyera en el equipamiento de cada soldado una maquinilla Gillette de doble hoja, pero el éxito comercial de Gillette ya se había producido antes de la Gran Guerra. Tenía fábricas en USA, Canadá, Francia y el Reino Unido y, por ejemplo, en 1915 vendió 70 millones de cuchillas.
Ahí estaba el negocio: cuchillas que se usaban unas pocas veces y después se desechaban, con lo que había que comprar más. Un siglo después, el negocio sigue aunque enfocado hacia el campo de las muchi-hojas.
Se las incluían a los soldados en sus kits de batalla, junto a las mascaras de gas y demás.
La mascara de gas surtia mayor efectividad si la cara estaba afeitada, de ahí Maquinilla de seguridad.
Además de los grandes bigotes tipo Kaiser o Ludendorff, la Gran Guerra se llevó por delante el Imperio Austro-Húngaro, el Otomano, el zarista y el alemán (II Reich). Sólo sobrevivió el Británico.
