Hoy me he dado mi segundo afeitado con la 6S, o mejor dicho, le he dado una segunda oportunidad a la maquinilla. Paso a explicarlo.
Resulta que mi primera toma de contacto con la amiga Rockwell fue el fin de semana pasado, un domingo noche y después de haberme afeitado por última vez el viernes por la mañana. Pues bien, como yo normalmente me afeito con multihojas (me es más rápido así) y esta era mi primera vez con la nueva herramienta puse la placa 4 prefiriendo pecar de precavido que destrozarme la jeta.
De jabón usé una muestra de Daisho Shamadi, una cuchilla 7 O’clock de las amarillas nueva, y espumado en torrebachi con YAQI arcoiris. Calidad indiscutible en lo que a apechusques se refiere.
Total, que monto la espuma con deleite, el aroma a cacao y tabaco me embriaga mientras una espuma brillante y pegajosa crece en el cuenco al son de la brocha. Todo punta bien y yo disfruto despreocupado de los pases de pintor llenándome de espuma la cara.
Llega la hora de echarme la maquinilla a la cara, primer pase, a favor como mandan Dios y los cánones. -¿Que c*ño pasa aquí?-, la EJ89 apura más, esta se pasa de permisiva.
Segundo pase, lateral. Busco aumentar el apurado, no conozco bien el ángulo e instintivamente apretó más.
Tercer pase, contrapelo. Soy un cenutrio y además un cabezota, me noto la piel tocada y aún así me obceco en buscar el CDB o algo que se le aproxime. Termino la pasada buscando pelos sueltos como si fuese un Delta Force rastreando soldados de Hoy Chi Min en la selva. Durante todo este rato he notado más de un mordisco.
Me planto la espuma de confort con fe ciega en que me calme la piel, debo creer que es algo así como el bálsamo de Fierabrás, pero se impone la cruda realidad. ME ESCUECE LA CARA CON LA ESPUMA DE CONFORT, mal asunto.
Me voy a la ducha, retiro la espuma con agua fría para cerrar los poros y salgo. La cosa no ha ido bien, en el espejo veo rojeces, algún punto sangrante y me arde la piel. Anda que me dió por echarme un bálsamo, voy y me aplicó una generosa ración de Mentolado Vigoroso que confirma todo lo anterior. Me acuerdo de todos mis antepasados, resoplo y me abanico la cara con las manos aleteando como una polilla.
A la mañana siguiente aún me dolía la cara, gracias a Dios la emulsión Myrsol me ayudó mucho para poder salir.
Juro que me dieron ganas de sacar la maquinilla al zoco, por suerte no lo hice. Esta tarde, en cambio, todo ha sido muy distinto y no puedo estar más contento.
Perdón por el tocho y gracias por leerme, mañana explico “la de cal”.
Un saludo.