Miércoles, 22 de septiembre de 2020.
Coñacito musical: This is Lucia Popp, Lucia Popp. Hoy, monográfico spotifyano de Lucia Poppova, de nombre artístico Lucia Popp. Eslovaca pero delgada, al menos en su juventud, porque luego fue derivando más hacia la segunda parte de su gentilicio. Tan es así que en una ocasión, el director de la Opera de Viena, que había sido un notable barítono, le dijo que no la contrataba porque era demasiado vieja y demasiado gorda - ¡qué gran diplomático, don Eberhard Wachter! -. Hija de un miembro del establishment comunista checoslovaco, sus padres renunciaron a su privilegiada posición permitiendo que Lucia desertara a Viena, y tardaron décadas en volver a verla (así se las gastan ciertos regímenes). La niña que epató al mundo con una Reina de la Noche cuando tenía 23 añitos y consiguió el papel en la legendaria grabación de la Flauta Mágica de Otto Klemperer, pese a que el viejo alemán buscaba a alguien con más cartel; la cantante que le dijo tres veces “no” a Dios, el cual solía adoptar la figura de Karajan (o tal vez fuera Karajan quien, en su infinita humildad, accediera de vez en cuando a rebajarse a ser Dios); la soprano cuyo nombre inspiró a los publicitarios de una marca de patatas fritas. Servidora tuvo ocasión de escucharla en unas Bodas de Fígaro en 1992, un año antes de su muerte por cáncer cerebral, en el Teatro Albéniz de Madrid. Un timbre dulce, una técnica admirable, un fraseo exquisito, una elegancia natural. Una mujer encantadora, una cantante sublime. Una grande entre las grandes. En fin, que cuando haces Popp, ya no hay stop (si no lo digo, reviento).
Afeitado:
Pre: Aceite Racogon fórmula n. 8
Brocha: RazoRock Big Bruce
Jabón: B&M Beaudelaire
Herramienta: Revisor Solingen 7/8
Loción: Floid MV
Bálsamo: Aloe Vera Deliplus
Queridos hermanos, yo sé que el diablo no descansa y que la tentación de las sintéticas es grande. Con esta brocha en particular al Maligno se le fue la mano, porque tiene un mocho que podría servir para pintar fachadas o para que lo exhibieran en Itu, la ciudad brasileira conocida por tener todo gigantesco (salvo el nombre), una ciudad que es un pecado de soberbia frente a la grandeza infinita de Dios Todopoderoso, nuestro Creador. Produce (la brocha, no Itu) una espuma abundante, lasciva, pecaminosa. Pero reparad, queridos hermanos, en que Karajan, digo Dios, creó las brochas para acariciar nuestros augustos caretos creados a su imagen y semejanza, y el tacto de estos mochos sintéticos es suave, sí, tentador y provocativo también, pero asimismo frío, aséptico como instrumental quirúrgico, desprovisto de la calidez inefable que caracteriza a todo aquello tocado por la mano de nuestro Creador. Usar un mocho sintético es despreciar el regalo de la naturaleza con que Dios nos ha bendecido para nuestro disfrute. Abandonaos, pues, a la caricia del pelo natural y no diré aquello de que donde esté una cerda, que se quite todo, porque podría dar lugar a maliciosas interpretaciones alejadas del pío y casto propósito con el que os hablo, y porque las tejonas también son hijas de Dios y herederas de su gloria. (Las caballunas, no, que ésas están condenadas al fuego eterno por malencaradas y pinchonas.)
Podéis ir en p… digo, eso es todo. Mañana, si eso, más y todavía peor. Cuídense, caballeros.
Felicidades y mucho ánimo, Fran @fjsanz , y mis mejores deseos de recuperación para tu señor padre, Arturo @arthas_fito .