No solo era el cuidado del cabello parte del aseo matinal del romano, sino también el arreglo de la barba y la aplicación de distintos productos que les hiciera presentar el mejor aspecto durante sus actividades cotidianas.
Los cortes de pelo se hacían con unas tijeras de hierro (forfex) de hojas separadas, con tenían unos anillos de presión en su base. Su uso provocaba los llamados “trasquilones”.
Ningún romano se afeitaba solo, ya que el tosco material y la poca experiencia condenaba a todos a ponerse en manos del “experto” barbero. No se tiene conocimiento de que se utilizara ninguna loción o jabón, solo agua, por lo que se hacía imprescindible que el barbero estuviera dotado de una destreza poco común. Tras un aprendizaje, obtenía permiso para abrir su propia barberia.
Las navajas barberas (novaculae) y los cuchillos que también usaban para afeitarse y cortarse las uñas eran de hierro, y se afilaban en una piedra, laminitana, originaria de Hispania, del Campo de Montiel.
Se empleaban jabones rudimentarios o aceites para el afeitado, pero después del mismo solo se aplicaba agua.
Tampoco había que pasarse…
“Y si nuestro propio sexo admite trucos engañosos tales como cortarse la barba en demasía; arrancarla por aquí y por allí; afeitarse alrededor de la boca; arreglarse el pelo y disfrazar su blancura con tintes; depilarse por todo el cuerpo; colocar cada pelo en su lugar con pigmentos femeninos; suavizarse el resto del cuerpo con la ayuda de algún áspero polvo; y, además, aprovechar cualquier oportunidad para mirarse en el espejo y contemplarse con ansiedad.” (Tertuliano)
“Así, pues, el corte de pelo debe hacerse no en aras de la belleza, sino por circunstancias, el de la cabeza, para que, cuando crezca, no descienda, hasta impedir la vista y, asimismo, también conviene cortar los pelos del bigote, pues se ensucian al comer; no con navaja de afeitar —pues es una acción baja—, sino con las tijeras de barbero; deben dejarse en paz los pelos de la barba, ya que, lejos de causar alguna molestia, contribuyen a dar un aspecto solemne que produce admiración.” (Clemente de Alejandría, El Pedagogo, III)
Para la diversión romana en el baño en termas no podía faltar el strigilis romano. Después de masajearse con arena y aceite perfumado, el sudor y la suciedad se retiraban de la piel con un hierro forjado tan suave.
Arrasa con la suciedad…células muertas y pelos.
Un estrígil o estrígile es una rascadera de metal larga y fina que en la cultura grecorromana los atletas usaban para limpiarse el cuerpo manchado de arena y aceite.