Gatolandia 76, lloraba de la risa.
Es que Ibañez era muy ocurrente, tío… Yo me meaba de la risa… Recuerdo que hasta se podían cambiar en una dulcería, soy del 74…no recuerdo muy bien como era el sistema porque ha llovido, pero si recuerdo ir a una dulcería, que era la dulcería de las “Quintana”, con dos o tres tebeos o comics y salir con otros que no había leido, no recuerdo si había que pagar algo menos o cómo era el rollo, pero lo voy a preguntar porque no veo donde estaba la ganancia de esa pobre gente de la dulcería…
Un tebeo a cambio de otro tebeo y 15 pesetas.
Mis tebeos estaban nuevos y me daba rabia cambiarlos por otros mal cuidados.
Jajajajaja… Es verdad… A veces llevabas comics o tebeos nuevitos y salías con otros todos destartalados… Jajajajaja… Pues fijate que no recordaba que había que pagar algo…
Y el del kiosko pasando paginas por si faltaba alguna.
Jajajajajaja
Yo iba a un quiosco donde la señora era muy desconfiada, contaba y recontaba los tebeos que llevabas.
Pero en Cantarranas una plaza en Valladolid, podías cambiar tebeos, cromos… Y ahí ya negociabas tu con los otros niños.
Joder, ya te digo.
Cambiabas el tebeo y pagabas 15 pesetas.
Qué tiempos.
A mí me molaban las Joyas literarias juveniles.
De esos había alguno brutal.
Las vaqueradas de Karl May,míticos
No empecéis, que me echo a llorar
Siento las punzadas de la nostalgia, por momentos
Y recordáis a Carpanta o zipi y zape…ha llovido mucho.
13 Rúe del percebe
Benito boniato…
Ringo Ley
Y Pepe gotera y Otilio.
Pues sí… Las “Quintana” eran tres hermanas, solteronas, muy mayores, casi momias, vestían las tres de luto riguroso, lo único que no era negro de su imágen era algún mechón de pelo blanco que salía de los pañuelos negros que llevaban siempre en la cabeza y el mostacho de dos de ellas, porque salvo una que era la más joven y la que más arreglada iba siempre, las otras dos mayores lucían un bigote canoso y un aspecto que realmente daba miedo a un niño de mi edad…A mi me daba un miedo enorme ir a la dulcería. La dulcería estaba en un bajo de una casa antigua, muy oscura y pequeñita, cuando iba a cambiar comics o a comprarlos tenía que entrar por dentro de los mostradores, que eran tres colocados en U y entre los que quedaba un espacio para los clientes donde apenas cabían tres o cuatro personas, detrás de ellas, cada una en su mostrador habían unas cortinas y detrás de las cortinas estaba la pila de comics entre los que te ponías a rebuscar aquellos que no habías leído, ellas cuando yo llegaba, pues imagino que se alegrarían de tener a un niño muy cerca y me atosigaban con preguntas mientras me ponía a separar comics de la pila… Pasaba un miedo enorme con aquellas señoras al lado mío detrás de aquellas cortinas donde apenas se veía a tres montados en un burro… Cuando salía de allí con los comics bajo el brazo era el niño más feliz del mundo…
Y Rompetechos… Jajaja
Joder…estremecedor relato…He temido por tu integridad y todo
Jajajaja los matahambres eran duros como piedras… Allí no caducaba nada