Hola, familia virtual:
Hoy os presento, como indica el título, un conjunto realizado en resina de poliéster patrón Carey, materia prima muy utilizada en el mundillo de las brochas, por grandes marcas y también grandes artesanos.
Finalmente decidí utilizar la misma resina, comprada en barra, para hacer las cachas, con el fin de que las vetas casaran a la perfección.
Por varios motivos ha sido una pareja especialmente laboriosa, aunque la sensación de alegría (y una pizca de orgullo) cuando contemplo el resultado me hacen olvidar la multitud de horas invertidas…
Más en detalle…
Las cachas.
Nos encontramos con tres problemas: disponibilidad del material, la mayor fragilidad comparativa del mismo y por último su excesiva transparencia a la hora de conjuntar con la brocha.
1- Disponibilidad de material:
La resina elegida para la brocha, bellísima, no se vende en placas. Y las placas Carey de las que dispongo, bien en acetato o bien en mi adorado acrílico, son bellísimas, pero sustancialmente distintas. Bien por tonos, bien por tipo de veta…
La solución ya me era conocida, son varias las barras de resina de poliéster que han pasado por mi sierra, ilustrando algunas este proceso. Así que manos a la obra…
2- Fragilidad (comparativa al respecto del acrílico). Pues eso, que este tipo de resinas permiten un espectro de diseños ingente, tintes, perlados y demás, que se obtienen relativamente fácil y de manera “doméstica”… Por ello son intensivamente usadas en artesanía, pero sus cualidades mecánicas no son, obviamente, las mismas que un material “técnico/cuasiestructural” como el metacrilato colada.
Así que las cachas habrían de ser gruesas y evitar bordes finos, especialmente en las zonas de apoyo, para minimizar riesgos de rotura o desconche.
El perfil no es totalmente redondeado en este caso.
Y como son gruesas, no flexionan apenas, por lo que, a pesar del separador minimalista que favorece la adaptación, son cachas que rozan levemente con la espiga al cerrar, salvo arandelas xxl, que descarté por considerar “bastas” aquí. Fresadora entonces.
La zona trabajada es mucho mayor de lo requerido para que pueda repartir tensiones al abrir y cerrar, y
tampoco son paralelos los extremos, si no que siguen la curva de las cachas. La idea era crear una solución aquí, no un punto débil para el conjunto.
Unas vistas también del resultado, tras el refinado con limas y lija.
3- Transparencia. Era algo lógico, si el material es el mismo para todo el conjunto pero las cachas tienen un espesor muy inferior a la brocha, habiendo transparencias como es el caso, pues no se apreciarán iguales. Era algo obvio y esperable, aunque quise minimizarlo, ya que me “chirriaba”.
Valoré varias posibles vías, incluyendo pinturas en el interior de las cachas, pero finalmente me decidí por dejarlas satinadas a grano 280 por su cara interior, en vez del pulido “integral” habitual en estos casos. Se aprecia en la foto anterior.
Y así, con mucha sierra, mucha lija (gran parte a mano aquí) y pulido cuidadoso, llegamos a…
Con un reverso deliciosamente distinto, algo improbable de conseguir cuando el material se compra en planchas, más homogéneas…
Esta “asimetría” tan patente le confiere al resultado un encanto especial. No se qué os parecerá a vosotros, pero yo estoy 
con la belleza de este material.
Y pasamos a la brocha, que también me tiene embelesado, tras algún desvelo que otro…
Modus operandi típico. Corte de barra, perforación, lijadora, y luego horas de lijado manual, muy cuidadoso en los granos más altos, para volver a las máquinas y abrir hueco para su orgulloso logo, y finalmente pasar a la pulidora, lado por lado, cuidando arista por arista, repasando delicadamente el “hueco del paraguas”…
Sirvan para ilustrar el proceso brochas hermanas…
Pero aquí surgió de nuevo el tema de la translucidez. Se trata de una brocha de generosas dimensiones. Su grosor oscurecía sus vetas, especialmente comparada con las casi transparentes cachas.
Pues a pensar tocaba. Yo buscaba una brocha que se prestara a juegos de luz según se moviera, bien por los reflejos de sus pulidas caras, bien por el material en sí. Quería “maximizar el espectáculo” que puede brindar esta preciosa resina, por decirlo de algún modo.
Y se me ocurrió ahuecarla. Practicar un orificio de 27 mm para el nudo, pero seguir casi cuatro centímetros más, con un taladrado concéntrico de 25 mm. Esto haría las paredes más finas, y por tanto la brocha mucho más luminosa.
Como añadido, pintando ese cilindro interno lográbamos reflejos y tonos muy acordes con lo que tenía en mente. Probé varios colores, y finalmente el elegido fue un tono dorado oscuro, “latón” de Pinturas Vallejo, reminiscencias de mi pasado modelista 
Ahora bien, si no queremos rellenar todo el hueco, habremos de dejar dicho cilindro cual “compartimento estanco” sin que la humedad propia del uso llegue a tocar esa pintura.
Así que decidí sellarlo con una chapa de latón a la medida. A juego y siguiendo la estética. De hecho, incluso la “moneda” de metacrilato que aúpa el nudo a la altura idónea es también dorada. Podremos ver ésta en determinadas posiciones. Así que no valía cualquier color. Nada debe desentonar aquí.
Y ya, todo montado, giro la brocha, la elevo al trasluz… Sonrío. Objetivo cumplido. Cojo el móvil y busco posiciones en las que podáis apreciar lo mismo que yo, que tengo la brocha delante. Tras un montón de intentos 
Del otro lado, aquí tomando y devolviendo generosamente la luz que le brinda la ventana…
Y, no menos importante, de “derrière” 
Esas curvas (o un poco más, o un poco menos, ya que cada brocha se hace “a ojo”), aún permitiendo que permanezca estable de pie, le dan una ergonomía en el agarre que, al menos en mi mano, es casi adictiva.
Y esos lados planos (ocho resultó ser el número ideal en mis pruebas) dejan que los dedos se acomoden sobre ellos de manera casi inmediata.
Y las nítidas aristas entre dichos lados otorgan carácter y estética, emulando (quizás de manera subconsciente) el facetado de una gema. Si, es una (cómoda) brocha de afeitar, pero aspira a ser algo más, al menos a los ojos de su poseedor. Eso es lo que pretendo, a fin de cuentas.
Esta brocha, como sus hermanas, gana cuando se mueve… (VÍDEO)
https://drive.google.com/file/d/1sa2JmQ2ypykSGfgBFj-L_plpJjq5NPHH/view?usp=drivesdk
Pues, hoy que contaba con tiempo y calma, he querido compartir con vosotros parte de lo que llevan detrás muchos de los juguetitos de afeitar que de cuando en cuando se dejan ver por los afeitados del día.
Otra fotito del par de protagonistas…
Y una final “de tumbao”, como estoy mientras escribo estas líneas, que ya no encantaba postura, jaja… Casi me da vergüenza pensar en la cantidad de tiempo que llevo aquí entre seleccionar fotos, editar algunas y organizar el texto 
Como siempre, espero haberos alegrado fugazmente la vista, y os doy las GRACIAS por llegar hasta aquí.
Abrazo y hasta la próxima!!
