Espumo indistintamente en bol o en la cara.
Por un lado me gusta la sensación de una buena brocha de tejón (o de cerda de calidad) masajeando mi cara. Me gusta la sensación de hidratación en la piel que produce. Y el placer de disfrutar del momento y del jabón y su aroma. No tengo en cuenta el famoso “efecto exfoliante” de la brocha: bastante exfoliación va a producir la cuchilla como para plantearse ese tema…
Por otro lado, también me gusta la calidad de la espuma producida en el bol: una espuma más regular, con un mejor control del agua, y mayor ajuste de la cremosidad deseada. En el bol, cualquier jabón difícil se vuelve sencillo de espumar. En el bol, uso una cucharilla de repostería de 1mL para medir el jabón y el agua que añado, como se ve en la foto de mi SOTD de hoy. Suelo poner 1mL de jabón, y 1mL de agua, que uso para ablandar el jabón pisándolo con la yema del dedo y así formar una crema. De esta forma impido que los pegotes de jabón se paseen sin disolverse por el bol. Después voy añadiendo el agua de 1 en 1mL según requiera.
Cuando espumo en bol, me doy primero con el pre, y lo dejo actuar mientras hago la espuma, aunque no se tarde tanto en hacerlo, y espumo siempre con brocha sintética.
Generalmente, no hay razón concreta que me haga elegir una u otra forma de espumado. Aunque si tengo hechas algunas asociaciones:
- jabones blandos o muy mórbidos en bol siempre: cunden más.
- Jabones duros y de triple prensado en cara siempre.
- jabones con tendencia a formar espumas emulsionadas y con poco volumen, al bol. Se quedan mucho mejor.
- Jabones que me gustan pero que tienen tendencia a resecarme la piel: al bol y les añado aceite de jojoba o manteca de Karite (1 mL) al espumar.
Bueno, pues estás son mis paranoias con el espumado en cara o en bol…
Y aquí el SOTD donde se ve el detalle de la cucharilla de marras…