En mi presentación Presentación, mi relación con el afeitado, ya comento algo de mi relación con las navajas, ese objeto de atracción irrefrenable cuando lo pruebas y hay feeling, aunque siempre muestre un filo que puede lastimarte gravemente. Pero quien no ha experimentado esa sensación en otros ámbitos de la vida?. Se ha traido acertadamente el caso de las relaciones, donde deseo y peligro pueden enzarzarse en batallas que han dado lugar a novelas, libretos, y guiones, en todos los tiempos. Verdaderos exitos de masas algunos, que se justifican bien por que a sus avidos consumidores la vida no les he ofrecido vivirlo en sus carnes, o bien lo han evitado aunque mantienen una irreflenable curiosidad. Asi no podemos descartar que cierta sensación de peligro le debe añadir un punto de atracción al uso de la navaja. No quiero continuar sin agradecer a los compañeros que no se contienen en describir su experiencia, que nos ofrezcan interesantes relatos, gracias. El contenido del foro no siempre ha de ser técnica y conocimiento, en ocasiones es literatura, entrar y leer un relato me resulta muy agradable. Veo que algunos prueban por una cierta nostalgia o recuerdo de su infancia de alguna experiencia relacionada con el uso de la navaja. Sorprende a veces comprobar como vivencias infantiles sin mas trascendencia, nos pueden haber dejado una huella importante. Muy interesantes son las experiencias en las que una tercera persona, un barbero por ejemplo, un viejo afilador, ejercen de improvisados mentores. Que bueno mantener el recuerdo de esas personas que en un momento de nuestra vida nos llegaron al corazón, y que siguen presentes en nosotros cada vez que realizamos la actividad. Otros, yo por ejemplo, tenemos cierta tendencia a empatizar con usos y objetos antiguos. Ya sean relojes, estilográficas, gorras o boinas, pipas, etc. Objetos que como las navajas, tuvieron su espacio en la vida de muchas personas, hubo usuarios, pero tambien industriales, comerciantes,representantes, todo un mundo de intereses vinculados al objeto, su diseño, la obtención de la materia prima, el trabajo de sus partes y su mantenimiento. Hoy esos objetos han perdido el sentido practico, no existen para colmar el fin por el que fueron creados. No imagino a un joven que ante la aparición de sus primeros pelillos en la barba entre en internet en busca de una navaja para afeitarlos. Igual que quien necesita un instrumento de escritura, para simplemente escribir, se hace con una estilográfica, ni para saber la hora se compra un reloj. Esos objetos como tales han muerto, estan enterrados bajo muchos metros de tecnologia, consumismo, practicidad etc,etc. Quien restaura un reloj, o una barbera, no la devuelve a la vida, posibilita que otro o el mismo lo haga, porque volvera a la vida con el uso, no con la apariencia. Pero esta nueva vida, es otra completamente distinta a su primera vida. Ahora su vida no es la vida de un objeto de uso. Ahora es un objeto venerado, en cierto modo “sagrado”, revestido de propiedades y atributos para los que nunca fue concebido, pero que nosotros le hemos impuesto con el uso que le damos. No hay ningún digamoslo así para entendernos, “romanticismo” en el uso actual de una plancha o un ascensor. Se usan, se reparan, se tiran…Como nuestras navajas viejunas en su juventud, como los relojes de cuerda o las estilograficas. Somos nosotros los que hemos cargado a estos objetos de “intangibles”, los que al tenerlos entre nuestras manos imaginamos quien pudo haberlo usado, que secretas razones guiaban su corazón, con que determinación actuaban sus manos, que confines habian escrutado sus ojos. Incluso sabiendo que el objeto era de aquel vecino insipido del entresuelo, hacer volar la imaginación nos hace apretar el objeto entre nuestras manos, para exprimirle algun halo extravagante y atractivo, que nos haga suspirar. Y si es nuevo, nosotros forjaremos su historia tal como otros hicieron en un pasado mítico y arrebatador. Asi conseguimos eso que a mucho hace reir, de traspasarles un alma, alma que nunca viene de serie, y que no es una llama, ni un pajarito volandon, es un afecto que nos une al objeto, que trasciende su uso, para convertirse en parte de nosotros. Por eso algunos afirman con rotundidad, esta pieza nunca saldra, con la misma firmeza que utilizarian al referirse a un brazo o una pierna u otra parte preciada de su anatomia. Por que en ella estan ellos mismos. No todos somos iguales, y no todos llegan a esos extremos de identificación, y carga de “romanticismo” y “intangibles”, pero aunque en menor medida el fenomeno es el mismo, usar objetos obsoletos tecnica y socialmente, a la vez que se les reviste de unas cualidades que no poseian en sus origenes de mero objeto de consumo. Bueno pues todo esto para decir que aunque no necesitaba una navaja para efeitarme, quise experimentar ese uso antiguo y este me ha enganchado, mas alla del resultado del afeitado, más bien mediocre de momento, esa avalancha de intangibles se ha apoderado de mi, y yo que soy debil me he dejado llevar. Señores, buenas noches, mañana a muchos nos espera un afeitado, que lo disfruten.
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